
A veces lloramos, nos deprimimos y desearíamos ser más normales. Otros días recuperamos el coraje de la revolución y le escupimos a la estupidez en la cara con fuerza. Ambos escapamos de la realidad que nos es dura. Cada uno a su manera. Él bebe todos los días, yo corro para todos lados buscando algo. Aún no se qué, pero eso no me detiene.
~Momentos intercalados en el tiempo ~
Estábamos juntos de nuevo. Él me pedía besos constantemente. Mi cabeza va muy rápido, no para y se asusta fácil. Yo le decía que pare, que no me pida besos. Me recordaba a lo que pasaba con mi ex novio,
pero yo ocupaba el lugar de hija de puta está vez.
Me creí con la libertad de decir cómo se hacen las cosas. Mis opiniones en voz alta, ¿A quién le interesan? ¿Cuándo voy a aprender? Como si yo supiera.
¿Puede uno repetir tanto lo mismo? Si, ¡por supuesto!
¿Karma o inconsciente?
¿Y si está vez solo aprendes a callarte?
Herí sus sentimientos sin darme cuenta, como siempre. Luego él me agradeció gentilmente mi honestidad. Yo le rogaba llorando que esperaba hacerle más bien que mal.
Veo el monstruo salir de nuevo y me asusta. No puedo estar con nadie más que conmigo misma. Quizás por eso viajo sola. Soy potencialmente peligrosa. Sé que no estoy preparada todavía, No pretendo estarlo.
Un día le pedí la verdad y sacó la crudeza del bolso. Me dijo justo lo que temía. Si, acá están esos mismos fantasmas de nuevo. ¡Bienvenidos! solo estaban escondidos.
Él me miraba como si cada cosa que hiciera fuese hermosa y perfecta. Me hacía sentir así. Entonces yo me movía libre, como si todo lo que hacía tuviera gracia. La forma en la que él me miraba era mágica, y me hacía a mi serlo. ¿Sabes de qué hablo? ¿Te han mirado de esta forma alguna vez? Me quedaría con sus ojos en la mesita de luz, para mirarme yo también así, cómo él me mira y sentirme fuerte como el me ve, todos los días.

Somos distintos pero parecidos. Creo que sufrimos por lo mismo.
Por momentos no sentimos nada. Cómo si estuviéramos anestesiados antes los placeres mundanos, que necesitamos una sobredosis de algo que nos haga vibrar. Lo que sea, pero que sea intenso.
Cómo si nuestras batallas se jugarán en otro plano. Cómo si no terminaríamos de entender qué es la vida o lo entendiéramos demasiado,
tanto que duele.
A veces lloramos, nos deprimimos y desearíamos ser más normales.
Otros días recuperamos el coraje de la revolución y le escupimos a la estupidez en la cara.
Ambos escapamos de la realidad que nos es dura. Cada uno a su manera.
Él bebé todos los días, yo corro para todos lados buscando algo.
Aún no se bien qué, pero eso no me detiene.
De repente estamos en la playa, nadando en un mar celeste y parece una película de Hollywood. Cada tanto mi mente se detiene. Sí.. cada tanto pasa. Pequeños segundos de felicidad y calma, de admirar, de dejar de pensar, de solo disfrutar que no hay nada más en qué pensar o que hay mucho, pero simplemente no importa ahora. Esos momentos que te dicen, sin hablar, que si este fuera el final todo lo que hiciste valió la pena. Aunque se desvanezca , aunque no sea eterno. Aunque solo sea por ver este mar, por sentir este sol, por admirar la belleza de un instante, un chiste o una mirada, que puede ser cualquiera. Sentir eso por un segundo. Sea lo que sea y que todo tenga sentido.
Quedate con esos segundos como si fueran oro. Porque en realidad lo son.

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