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29~ De camino a Bodh Gaya:  Una aproximación a  algo.




“Cuando las nubes desaparecen, el cielo se despeja y el sol brilla luminoso… Cuando el sol brilla, ¿quien necesita de la luz artificial? Luz sobre los Sutras de Patanjali. B. K. S. Iyengar.

De pobreza y religiones.

9 de enero.

El tren llegó finalmente 6 hs más tarde de lo planeado. Viaje de noche desde Varanasi hasta la estación de Gaya, una ciudad al este de India cerca de Calcuta. Había elegido hacer un Vipassana ahí, un retiro budista de silencio y meditación de 10 días en un monasterio. Sincronicamente, el retiro me había elegido también a mí.


El estado de Bihar es uno de los más humildes de India. El acontecimiento tenía lugar en un pueblito llamado Bodh Gaya, el mismísimo lugar donde el último Buda Siddhartha Gautama alcanzó la iluminación. Un lugar increíblemente devocional de peregrinaciones tibetanas sin fin, que alberga el templo con el árbol sagrado Bodhi donde Buda se iluminó luego de 49 días meditando. También un pueblito de campo, muy pacífico, muy pequeño y muy muy pobre. Como siempre, viajaba sola. Había planeado no llegar muy tarde,  pero con la demora no prevista todo había cambiado y llegué a la estación de Gaya a las 3 am. Decidí esperar a que se hiciera de día para tomar un taxi de unos 30 minutos hasta el pueblo, así que elegí un lugar y me senté a esperar. Nunca había sentido tan de cerca la pobreza como acá. ¿Será porque Kaare me advirtió de esto o simplemente porque abrí más los ojos? Era imposible no sentirlo. Este lugar era distinto. No era como en Rishikesh o otros lugares de India, donde todavía podes ver a los turistas dando vueltas y los locales que se las rebuscan con ellos, pagando precios más elevados y poniendo un poco de balance a la cuestión. 

Este era un pueblo rural muy local y en cuanto te alejabas unos pasos del templo, todo se sentía doble.



India siempre te confronta con situaciones de pobreza y con personas muy necesitadas, en los rincones de India y no tan rincones. Niños, adultos, personas con malformaciones pidiendo ayuda, o con sus cuerpos mutilados tratando de buscarse la vida. Situaciones para las que nunca estamos bien preparados, ni en India ni en ningún lado… ¿Cómo prepararte realmente para eso?


Es difícil hablar de esto y ponerlo en palabras, porque solo puedo hablar por los lugares que conocí y las percepciones que tuve mientras estuve acá, que fueron limitadas en comparación con lo enorme que es India. Así que solo voy a hablar desde mis experiencias, muy lejos de ser totales y socialmente exhaustivas, pero siento la necesidad de ponerlo sobre la mesa y junto a eso, poder pensarlo… Así que lo haré con mi máxima humildad y pidiendo perdón si esto no refleja la realidad toda.

Siempre me he movido en pueblos relativamente pequeños  y desde esas mis experiencias lo que pude sentir es que quizás por su religión, sus creencias y su estilo de vida las personas no necesitaban tantas cosas materiales para sobrellevar su día a día. El capitalismo masivo y violento no se ve a simple vista en los pueblitos,  la vida es más “fácil” y requiere de menos. Menos tecnología, menos sed de posesiones, menos consumismo, lujo y las codicias materiales- claro que la moderna cuidad de Bombay y los sectores ricos de Delhi se verán bastante diferente por supuesto- pero el capitalismo no luce de esa manera aquí.

Por el contrario, lo que sí se puede sentir son sus efectos.  Las repercusiones de la colonia inglesa que India fue,  los resultados de la explotación y una libertad muy reciente. Solo 78 años. La edad de mi abuelo; en la historia de un país no es nada.

Me pregunto si es pobreza o es humildad, o una mezcla de ambas…

Una tradición económica de pocos recursos que fue delimitando junto a su religión un estilo de vida.

Entre todo eso, pareciera que las necesidades de la gente son más espirituales que materiales y  lo digo como un halago. Pareciera… Pareciera que se puede sobrevivir más fácil aquí, tanto ellos como uno mismo… Quizás más que nada uno mismo viniendo con moneda extranjera ¿no?, y aquí una vez más empezamos a hablar desde nuestros propios privilegios.

Pareciera  que este estilo de vida es una pulseada al capitalismo feroz… Quizás la puñalada se la dio el capitalismo a India muchos años atrás y ahora está en proceso de recuperación…

Cuanto más cosas materiales tenés, más esfuerzo por mantenerlas y el apego crece. ¿Para qué? Si viviendo solo con lo que necesitamos estamos más tranquilos, no necesitamos mas y así tenemos más tiempo y menos presiones…


La vida es más barata aquí. No se necesitan tantas ropas, ni tantos zapatos, ni tantas cosas materiales, ni tampoco en los pueblos hay tantos lugares para comprarlos. Entonces todo se simplifica. Los turistas venimos y caminamos descalzos por la montaña y los caminos de piedras. Conectamos con la naturaleza, la Pachamama y los dioses. Los indios nos miran y se mueren de risa por dentro. Para muchos son simplemente unas vacaciones donde se visten con ropas naturales de algodón caro comprado barato y adquieren el doble de todo como si no importara. Porque pueden, porque verdaderamente no les importa. 

Otros intentamos alejarnos de esa gente y estar lo suficientemente advertidos para no convertirnos en eso.



Acá todo es muy sencillo, como si uno no necesitara tanto para ser feliz. Como cuando te vas al medio de la montaña a viajar de mochilero y te das cuenta que al final no necesitabas tanto para sobrevivir, que la vida puede ser menos complicada y más natural. Que con un par de cosas al final te alcanzaba.  Y te sentís más liviano, más libre y con menos preocupaciones. Debería ser algo obvio, pero todavía tenemos que venir a estos lugares para recordarnoslo. Creo que la muchos de nosotros venimos a India a recuperarnos en cierta manera de las coyunturas capitalistas modernas propias que nos devastado. ¿Con qué fin entonces regalar tu tiempo entregando tus horas en búsqueda solo de posesiones materiales? Si se puede vivir de otra manera. Con otro propósito y más significado.

Quizás eso es lo que sentimos los turistas cuando venimos a India. Quizás por eso nos quedamos tanto tiempo, porque al final es eso: TIEMPO. Una desintoxicación del mundo capitalista y una vuelta a los orígenes y hacia uno mismo, con el agregado invaluable de espiritualidad, de un magnifico caos y una gran dosis Magia India. Tiempo robado en una burbuja suspendida en el aire.

La religión ayuda en esta forma de pensar, está inmerso en su cultura: los antiguos principios del Yoga, la renuncia y los Vedas, las escrituras sagradas hindúes: Ahimsa (no violencia),  Aparigraha (desapego y austeridad), Santosha (gratitud y contentamiento), Satya (verdad ), Tapas  (disciplina),  Isvara Pranidhana ( rendición hacia un poder superior). Los Yama y Niyama, las reglas éticas de conducta yógica y de disciplina personal que se enumeran en los Sutras de Patanjali, uno de los libros sagrados, la verdadera biblia del Yoga. Desde el otro lado pero de la mano, los preceptos budistas y el camino del Dhama, que desde otras perspectivas nos invitan a despertarnos de la ilusión material que pisamos cada día, a entendernos a nosotros mismos desde nuestra verdadera esencia poniendo al prójimo en el mismo lugar que nosotros mismos:

No matar a ningún ser vivo y respetar la vida. No robar ni apropiarse de algo que pertenece a otros. Abstenerse de conducta sexual incorrecta. No mentir o usar lenguaje en forma dañina Abstenerse de consumir intoxicantes que nublen la mente .

Bastante parecido a los mandamientos cristianos, pero pareciera que acá algunas cosas se ponen un poco más en practica y son más parte de la vida real. La realización está puesta en el plano espiritual y eso le da una dirección a la mente y contornea las conductas, y creo que aunque uno no quiera, se van haciendo carne. Y así las prácticas  van definiendo una cultura de desapego.

Lo que puedo decir- o por lo menos pensar- es que para muchos, los afortunados, los disciplinados, los que van en búsqueda de un camino espiritual,  lo material no es el verdadero objetivo e India es un terreno más que propicio para cultivar eso. El triunfo está en otro lado. No es el dinero, ni los bienes, ni cuánto has progresado en tu vida lo que marca el éxito. La realización personal, la espiritualidad, el samadhi, el moksha, el nirvana o la iluminación  dependiendo desde que tradición la mires, no están puestas ahí, y cuando esto se llega a entender y a alcanzar aunque sea un poquito algo de todo eso, eso colma. Claro que no es un camino fácil, pero al menos entender hacia dónde y para qué caminamos es mínimamente inspirador


La utopía que está en el horizonte, como diría Eduardo Galeano susurrándonos al oído: “Cuando camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar…”

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El conocimiento que se adquiere a través de los sentidos, la mente y el intelecto es insignificante comparado con el que emana la visión del que ve. Se trata de un auténtico conocimiento intuitivo. Cuando las nubes desaparecen, el cielo se despeja y el sol brilla luminoso… Cuando el sol brilla, ¿ quien necesita de la luz artificial?”

Luz sobre los Sutras de Patanjali. B. K. S. Iyengar.



Si el éxito material no es el objetivo, si podemos buscar la realización en otro lado es por lo menos un poco más esperanzador. Si esta vida no es lo único que hay, si la realización espiritual está en el cese del sufrimiento y en la evolución del alma, hay cosas más importantes por las que preocuparse. Y desde muchas tradiciones distintas eso los une a todos los creyentes, que son la mayoría en India. Tanto a los ricos como a los más humildes.

Entonces la religión, sus dioses y ese creer en algo, salva. Ese creer en algo que perdimos catastróficamente en muchísimos lugares del mundo, que muchas veces hace de la vida un sin sentido. Y entonces venimos acá, buscando eso, volver a creer.

Hay muchas pruebas científicas que demuestran que el alma evoluciona, que prueban la reencarnación- Me dijo un amigo enumerando varios experimentos que mi mente bloqueó casi automáticamente en el mismo instante que él me lo dijo. -Poco me importan esos números te voy a ser sincera. Al final creo que ni siquiera me importa tanto la completa veracidad o no, ni cuan probado está. Lo que tiene más valor para mí es el sentido. Elijo creer en eso porque le da un sentido más profundo a mi vida. Le da un camino, una causa. Una manera de mirar y una existencia.  Si lo entendés de esa manera como ellos lo ven, cada cosa que pasa en la vida te está mostrando algo. Cada error, cada dificultad, cada sufrimiento tiene un significado. Me levanto cada día pensando que esta vida es un aprendizaje y así, todo se me vuelve más comprensible, más soportable, más liviano, más vivible. Me da un sentido, un motivo y fundamentalmente me da esperanza.


–Cada vez que me levanto, siento que un hombre me golpea el hombre y me dice: ¡Bienvenido al regalo de la vida! ¡Estás vivo un día más, esto es una bendición! ¿Como vas a celebrar eso hoy?



Entonces...

¿Cuál es la evolución del alma?

El budismo y una parte del hinduismo también,- cada uno a su manera y en formas menos simplificadas- entienden que el sufrimiento es producto de la ignorancia, de la incomprensión sobre la verdadera naturaleza de las cosas y de nosotros mismos. De pensarnos separados del Poder Supremo, de Dios y de la realidad, otorgándole – y otorgandonos- un significado erróneo y absoluto  a las cosas.

El camino a recorrer entonces es el del autodescubrimiento. El camino del verdadero espíritu, el del alma, y tiene que ver con una reconducción: con la disolución del ego para que eso encerrado en este cuerpo-envase pueda alcanzar la verdadera naturaleza de la realidad más allá de las ilusiones que nuestra mente percibe. Según el budismo, impermanencia y insustancialidad del yo. Desde una mirada más hinduísta, unión con el Poder Supremo, con lo absoluto, con Dios. Unión que siempre existió pero que por ignorancia, desconocemos u olvidamos. El paso por la tierra tiene que ver con volver a la fuente, con recordar. La reencarnación, las múltiples vidas, la existencia cíclica o la rueda del Samsara como lo llama el budismo es el camino de esa evolución del espíritu y todas las oportunidades que tiene nuestra alma para aprehender eso, aspirando en una situación ideal a la liberación del sufrimiento o a la unión con ese Poder superior. Entonces podemos pensar que el desafío es superar la dualidad entre nuestra alma y la realidad externa de las cosas, dualidad que solo existe en nuestra mente producto de nuestro Ego y nuestra falsa individualidad. El camino iría en dirección de trascender el cuerpo, la mente, el Ego y fundirse en esa unión última para experimentar la paz de una felicidad genuina. Cada tradición lo explica a su manera y con sus diferencias, pero la dirección suele ir en el mismo sentido.

Dios está adentro tuyo” Lo escuchamos en todos lados, en distintas religiones. Una de las ramas de tradición hinduísta, en particular la Advaita Vedanta, plantea la no-dualidad, que implica que no hay separación entre Dios (Brahman) y el ser individual (Atman). Ambos están conectados por la misma naturaleza divina y la separación es solo una ilusión del ego. Entonces el desafío tiene que ver con entender que el potencial de Dios también habita en nosotros y que debemos comprender como quitarnos las capas  de confusión y  polvo para simplemente ver. Nosotros también  somos Dios, no hay diferencia en la esencia solo en magnitudes, y que por supuesto, para alcanzarlo tenemos que vibrar- y vivir- en consecuencia y coincidencia con eso. Que Dios o eso mas grande que nosotros- Poder superior, Todo, Universo, Realidad suprema, Consciencia universal– no es algo separado de nosotros mismos, no es algo afuera para alcanzar. Entender que entonces estamos equivocando el camino. Que somos uno con el todo. Que entonces la divinidad y la claridad también está adentro nuestro y hacia ahí va el camino del espíritu: a la liberación de la ignorancia. El camino espiritual. La reconducción al camino del espíritu.



Desde una mirada un poco más budista, sufrimos producto de nuestra incomprensión y del apego a una realidad entendida erróneamente. Por sentirnos separados, aislados, incompletos, diminutos. Por creer que somos nuestro Ego y que nuestro Ego tiene forma y sustancia. Por creer que todo eso que sentimos y queremos es permanente. Que las cosas pueden durar para siempre y que encima, podemos alcanzarlas y obtenerlas. En esa incomprensión, nos apegamos más y más a los placeres mundanos,  a una idea errónea de nosotros mismos y de la realidad que nos rodea, buscando eternizar cosas que son cambiantes por naturaleza. Nos identificamos con ello y con ese ego confundido e ignorante.

Y sufrimos,  como si nuestro desafío, como si nuestra batalla se librará ahí, se jugará en ese plano físico, terrenal e ilusorio, y ahí nos equivocamos.  Nos olvidamos de nuestra verdadera naturaleza  y nos quedamos atrapados en una rueda de hámster, de un mundo que no es el real. Un mundo de deseos interminables y vacíos imposibles de colmar por estructura. Imposibles de darnos satisfacción total o verdadera felicidad. Un mundo que es sufrimiento, hasta que no salgamos de La Matrix. Ese mundo de control ilusorio que nos condena.


Habitamos este mundo terrenal, pero pertenecemos a otro- me dijo Kaare tiempo atrás.- El arte está en recordarlo…Tenemos que tener un pie en la tierra y el otro afuera, y así poder jugar. Jugar como un juego de mesa, de fichas y movimientos…Cómo lo que es en realidad, un juego de causas y efectos. El arte está en entenderlo, en poder entrar y salir, sin apego, sin tanto drama, porque esa no es la verdadera batalla. Son solo fichas, prueba y error y si lo vemos así hasta es divertido… ¿Cuál será la próxima aventura por sortear?– se ríe- ¿Qué me deparará el próximo nivel? (...) Somos más que lo que podemos ver en este plano y eso es lo que debemos recordar. Cuando entendemos eso todo cambia de forma y de sentido”.

Las distintas prácticas o tradiciones buscan de distintas maneras y por distintos caminos acercarnos a una experiencia de unidad: por medio del cuerpo, de la consciencia, de la introspección, de la energía, del intelecto, de la devoción, de la entrega… pero al final, todo lo que buscamos afuera está adentro nuestro. Siempre estuvo ahí, siempre lo tuvimos, solo necesitamos volver a eso.

Al final… el camino siempre es hacia adentro. Con ayuda del afuera, transitando y accionando en el afuera pero hacia adentro… y hacia El Todo.



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