
Vine a India buscando entender. Pero ¿realmente nuestra mente quiere salirse de la ilusión en la que vivimos? Salirse de la ilusión colectiva es entrar en otro lenguaje, en otro mundo. Uno para los valientes, para los que se atreven a saltar. Ese otro espacio, uno de misterio y luz, donde solo los disciplinados, los constantes, los ardientes de verdad pueden comprender y poco a poco empezar a habitar, para apreciar desde ahí los tesoros más bellos de la vida. Los márgenes donde se esconden los orígenes de los Arcoiris. Las canastas llenas de oro. Márgenes que no son márgenes sino las puertas de entrada a un nuevo mundo.
Algún día por Enero.
Vine a India buscando algo, buscando entender. Había hecho una apuesta fuerte, tenía muchas cosas en juego en este viaje. Era complejo. Aún no sabía bien qué era ni por dónde arrancar pero necesitaba encontrar la punta del ovillo. Un ovillo que cargaba desde hace mucho y que ya pesaba demasiado. Había pensado tanto en cómo resolverlo… días, años, países, estaciones, identidades… Había analizado todas sus partes, en todas sus vertientes, direcciones, perspectivas y variables. Había elaborado teorías, soluciones, y objetivos. – Cuando lo alcance todo va a estar resuelto- me decía a mi misma una voz en off que salía desde adentro de mi cabeza, pero no era yo.
¿Realmente nuestra mente quiere salirse de la ilusión en la que vivimos? La Matrix del confort y música para volar para penetrar en un mundo subterráneo, sin colores y repleta de monstruos gigantes que te acechan. La mente no creo que quiera. ¿Qué clase de estúpido cambiaría los brillitos de colores que adormecen la angustia por una realidad más tenue? Solo un loco o un sabio. Pero a veces la mente no lo es todo y aparecen rendijas y otra fuerza en el cuerpo empieza a pulsar. Por suerte creo que la “vida real”- allá – al final es más esperanzadora que la de La Matrix, pero no un acto de menos valentía. Quizás en realidad esos monstruos están dentro nuestro. Quizás tengan los nombres que escuchamos reiteradas veces: Ego, Apego, Mente, Sociedad, Ilusión y siga completando su línea punteada con lo que le más competa. Pero solo podemos verlos cuando decidimos sacarnos los lentes de cartón 3d y mirarlos cara a cara. Cuando decidimos hacernos cargo de la ilusión y sus placeres momentáneos y empezar a despertar.

Nos programan la mente desde que nacemos, con innumerables estímulos, paradigmas de control e instituciones colectivas adoctrinadoras: la sociedad, la familia y los mandatos, que velan por mantenernos a raya de la cosmovisión de turno. Adaptados. Rebaños. Correctos. En occidente probablemente tengan el nombre de consumo, trabajo, productividad, familia, hijos… Pareciera que oriente la familia se mantiene y los controles sociales también existen, pero son otros- no menos severos-, pero pareciera que se puede vislumbrar un acceso, una carretera, una grieta pequeña de luz para los que quieran ver. Una conexión más profunda con la espiritualidad de nuestro ser y con una fuerza ilimitada que nos atraviesa y nos interconecta en una completa unión, con el universo, con el Todo, con Dios o como queramos llamarlo. No se si es para todos, pero pareciera que la posibilidad es más palpable. Está inmerso en su cultura y la ruta para el despertar está un poco más allanada si te animas. Pero incluso, también acá, hay que animarse.
A pesar de todos mis esfuerzos por adaptarme al sistema, conscientes e inconscientes, me estaba marchitando por dentro en pequeñas dosis. Casi inevitablemente, todo me venía llevando a confrontarme con la idea de que esas respuestas y soluciones que había construido eran una ilusión. Una especie de trampa. Me aferraba a ellas sin soltarlas y sin cuestionarlas demasiado.
¿Cómo cuestionar apropiadamente a tu salvavidas?
Quizás el problema estaba mal planteado.
¿Me estaba haciendo las preguntas correctas? ¿Los ideales de felicidad que perseguía eran los verdaderos o solo otros parches provisorios que también iban a volver a caerse justo en el momento en que los alcance? ¿Y si alcanzo esa casa en la montaña que tanto soñé en algún lugar que todavía no pude identificar, voy a ser feliz? ¿Y si la casa se prende fuego? ¿Y si el amor que creíste que era el de “tu vida” se acaba? ¿Y si la profesión que creíste de tus sueños no es lo que parecía?
Desilusión. La felicidad no está ahí. Esa palabra que resuena con connotación negativa, pero que en realidad es un augurio, la culminación de un ciclo de mentiras. La primer cara del despertar.

Ese GRAN primer acto de valentía. Sacarnos los lentes de 3 dimensiones y que otra luz entre. Aunque al principio parezca muerte, aunque esa luz nos ciegue, nos atormente y no podamos ver.
Descubrir que eso que creíamos como realidad hasta el momento ya no lo es. Mirar más profundo, volvernos más sabios.
Descubrir poco a poco que detrás de la ceguera hay otra cosa. Todavía no sabemos bien que es, pero lentamente empezamos a ver... “Eso”, esa otra cosa.
El final de la ilusión, ese primer paso. Eso de lo que tanto hablaba Kaare, mi Guru danes.
La desilusión de la realidad material en la que vivimos como si fuera la única posible. Como si realmente fuera “real”.
Entender que lo que creímos durante años no lo es. Que gran terrible comienzo. Angustioso. Muy. El primer gran derrumbe. Necesario, para poder construir otra cosa allí.
– Somos seres espirituales viviendo en un mundo material. Tenemos un pie en esta realidad, pero pertenecemos a otra. El truco es saber que “esto” que pisamos no es la realidad que nos habita, que no es más que un juego y que somos más que simplemente un cuerpo. Somos mucho más que una realidad material y la verdadera batalla radica en otro lado. Y así jugar, de la mejor manera y con la mayor de las solturas, pero no olvidarnos nunca nuestra verdadera naturaleza: somos seres espirituales de energía infinita, en completa unión con el Universo, con Dios. Estamos hechos de lo mismo. Somos universo, somos Dios también y nuestro poder es infinito si nos conectamos con esa parte olvidada.
Y así la búsqueda no está afuera sino adentro y tiene que ver con comprender ese gran malentendido sobre nuestra naturaleza: ¿Quienes somos en realidad ?
(...) Quienes somos más allá de la ilusión en la que vivimos, más allá del ego, más allá de la materia. Nos hicieron creer por tantos años que las cosas teníamos que buscarlas afuera. Incluso a Dios …nos enseñaron equivocadamente. Perdimos la conexión y el desafío es romper esos patrones antiguos y volver a conectar.
Dios está dentro nuestro, de la forma en que lo entiendas. Somos uno. No hay dualidad. Debemos abrir el otro portal.“
Las puertas de la percepción, como diría Huxley:
“Si las puertas de la percepción fueran depuradas, todo aparecería ante el hombre tal cual es: INFINITO”
Si. Todos los caminos conducen a Roma.

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Todos queremos ser felices, ¿pero dónde se encuentra eso?
¿En cosas? ¿En cuerpos?
Fugaces, finitos, cambiantes.
El amor de tu vida puede mutar, tu matrimonio puede acabarse y mal que no pese, nuestra mascota va a morir algún día también. Todas las cosas materiales tienen un final y cuanto más miedo nos da que se terminen, más apego y esclavitud a eso creamos casi en forma proporcional.
Por ende, más sufrimiento. Claro que estas líneas teóricas poco importan si estás viviendo tu mejor momento o el amor más grande de tu vida, pero el punto clave es que eso tampoco dura para siempre.
Si llegue a este momento y por consiguiente a estas líneas, es porque la ilusión de un gran amor me había quebrado en pedazos y las otras ilusiones de la vida lo habían hecho antes también, y todas las felicidades pasajeras con las que pudiera entretenerme venían cayendo hace rato. Así que la palabra desilusión estaba en cada una de las células de mi cuerpo. Ya no podía escaparme aunque quisiera, porque ignorarla iba a ser la traición a mi misma más grande que jamás me hubiera podido perdonar.
Cuando los ojos se abren a una verdad difícilmente pueden cerrarse de nuevo. Una mente que se expande a una nueva experiencia jamás vuelve a la misma dimensión y mis ideales y los principios que me construían me estaban haciendo caminar aunque yo no quisiera.
Ni el amor por el saber ni el Taj Mahal, esta verdad que me asfixiaba y está búsqueda existencial fué la que me trajo a India.

Que difícil buscar la felicidad adentro, en uno mismo.
No sabía cómo hacerlo. No me habían enseñado. Quizás es algo común a muchos.
Suena estúpido, pero no sabía por donde arrancar a responder. Así que me force a eso, me enfrente a mis fantasmas. Volar al lugar que sentía que se aproximaba más a alguna verdad fue la idea más elocuente y extrema que pude conquistar. Habían aparecido muchas señales que me marcaban este camino. Estaba aterrada, pero solo tenía que animarme a escuchar.
Así que lo dejé todo y me lancé a "arreglarme" a mi misma.
–¿Qué te hace feliz?- Me preguntaron los hombres-canal que conectaban con los linajes almicos.
Estaba por cumplir 34 años y me quede helada como una estatua. No sabía qué responder, no verdaderamente desde el corazón y esa era una herida que me acompañaba hacía mucho.
Desde que llegué a India intente resonar con esa pregunta, formulármela con paciencia y amor, y a veces respondía. Empecé despacio, como un bebe que está aprendiendo a caminar, enumerando cosas simples. Abría mi cuaderno y anotaba:
-Tomar un mate al sol.
-Hacer Yoga.
-Hablar de cosas que me interesan con gente que me interesa.
Tengo 34 años y esas fueron mis mejores respuestas, o por lo menos, las más sinceras.
Quería simplemente llorar y eso fue lo que hice durante meses. Entonces si la felicidad está en las pequeñas cosas ¿porque me pongo tanto empeño en realizar las enormes? Esas que son estruendosas, que buscan ser dignas de reconocimiento, esas que reclaman aplausos. Estaba en la rueda del hamster. ¿Qué estaba persiguiendo?
Tomo mate al sol desde los 14 años. ¿Porque aun no estaba siendo feliz?
¿En donde estaba enfocada mi mente todos estos años y, peor aún, en donde estaba enfocada mi mente hoy mismo también?
-“La felicidad está en las cosas simples”– anote en mi cuaderno y sonreí.
-¿Creés que es fácil salirse de La Matrix? Esta ilusión colectiva del mundo material en el que vivimos.- La voz en Off volvió.
Trabajo, futuro, profesión, logros, mandatos sociales, reconocimiento.
¿De qué pensas vivir los próximos años? ¿Cuál es la imagen que te imaginas construir para cuando tengas 40 o 45 años?. – Ni siquiera me faltaba tanto.
-Salirme, ¡Solo salirme…! Realmente no necesito alcanzar todas esas cosas que "pensaba que necesitaba", más que– por el momento- mi mate y mi Yoga– me dije a mi misma.
Podría quedarme a vivir en el Ashram, con los monjes y los Yoguis, tomando mate en los bancos al sol, hablando de cosas simples que valgan la pena con los buscadores como yo que atraviesan estos pasillos. Espiritualidad, cosas importantes. Quedarme en esta burbuja.
Era una posibilidad liberadora. Se sintió liviano… finalmente no lo hice.
Salirse de la ilusión colectiva es entrar en otro lenguaje, en otro mundo. Fuera del consenso y los pactos implícitos de entendimiento que nos permiten la comunicación humana. Fuera de lo “común”. Fuera de la “normalidad”.
Fuera.
Otro espacio. Un lenguaje distinto. El de los pocos, los místicos, los raros, los locos, los marginados. Marginados no porque alguien los excluya sino porque ellos mismos eligen los márgenes para vivir.
Esos espacios distintos, con reglas propias. Fugaces, angostos.
Esos espacios para los valientes, para los que se atreven a saltar. Para esos que están cagados de miedo como la mayoría, pero ya lo bastante frustrados y despiertos como para entender que por ahí no es y que deben salirse.
Para aquellos que alcanzaron una insatisfacción tan grande que en un momento superó el miedo al cambio y decidieron saltar. Porque se vieron acorralados, pero también porque así lo decidieron.
Para esos a los que no les quedó otra opción, o para esos que fueron sabios desde el principio.
Los despiertos, los medio brujos, los frustrados, los espirituales, los eruditos, los cansados, los simples, los diferentes, los puros, los errados, los sensibles, los sabios, los dolidos, los creyentes.
Ellos encontraron ese otro espacio, uno de misterio y luz, donde solo los disciplinados, los constantes, los ardientes de verdad pueden comprender y poco a poco empezar a habitar, para apreciar desde ahí los tesoros más bellos de la vida.
Los márgenes donde se esconden los orígenes de los Arcoiris. Las canastas llenas de oro. Márgenes que no son márgenes sino las puertas de entrada a un nuevo mundo.
Gracias por leer ♡

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