
Soltar el control, saltar, confiar… Todo lo que Anand me estaba diciendo ahora lo veo como palabras premonitorias para lo que se venía. Eso era lo que iba a hacer en los próximos días- que se transformarían en meses-, con los mismos miedos, inseguridades e incertidumbres, pero empezando a confiar que había algo mas allá de mí. "Algo" con más sabiduría, que conocía el camino, que me sostenía, que vibraba a mi favor si yo me dejaba guiar, que me decía que si me animaba a saltar me iba a agarrar...que solo confíe... Ahí se estaba librando mi aprendizaje.
22 de diciembre
Voy a meditar al Ganga. Me siento en una roca cerca de un Sadhu que estaba haciendo sus rituales con incienso, agua bendita y su mala (1) en la mano para recitar mantras.
Un niño me interrumpe para venderme una pooja (2). Le digo que no tengo plata pero que le puedo convidar almendras y nueces. Con una sonrisa me dice que sí. Le pregunto como se llama, si va a la escuela y si le gusta vivir acá. Me dice que sí a todo y nos quedamos jugando con el agua un rato. Poco a poco empiezo a conectar con India de otra manera, empiezo yo a descubrir otras maneras de encuentro.
Vuelvo a cerrar los ojos para continuar la meditación. Esta vez se acerca otra nena más pequeña aún y de una estatura aún más ínfima. India no te da respiro. Me pone un bindi en la frente como si supiera que me encantan. Amo estas inscripciones en mi tercer ojo. Siento que me conecta con mi alma, mi intuición y la divinidad, de adentro mio y afuera. Todo eso en un solo segundo. Creo que justamente ese es el propósito. Cuando me miro al espejo esperando ver mi ego, me recuerda que hay algo más que eso. Es como si el bindi dijera: “Tatúatelo en la frente para no olvidarlo. No sos solo tu ego, hay algo más alla ”. Simple y práctico.
Meditar fue imposible pero conversé con varios niñez vendedores de poojas. Quizás eso sea otra forma de conexión y espiritualidad, para mí y para ellos también.

Me dirigí al Buda Delight- como siempre- uno de los mejores café-restaurantes de Rishikesh. Comida local, abundante, barata, rica y que no produce diarrea. Eso acá es oro puro. Los cocineros nepalíes son mis nuevos amigos. Aman Argentina y cada vez que me ven me nombran a todos sus jugadores : – Kun Aguero!! Di María!! Higuaín! Messi!!– La Old School. Ellos sí que saben hacerme sentir en casa.
Es un localcito pequeño que está en frente al Ganga, con techo de paja a la altura de los hombres nepalíes, o sea lo suficientemente bajo como para que un hombre alto sienta lo que es la claustrofobia. No era mi caso. Todo es de madera, con diseños hindúes y cañas de bamboo y no se porque tienen la costumbre de poner música electrónica al palo para la cena. Es una mezcla algo extraña pero la comida es increíble y ellos son muy amistosos, así que me convertí en habitué del lugar. Cuando estás fuera de casa, encontrar lugares que te hacen sentir en casa es como un mimo al alma y un refugio a la vez.
Quien sabe el verdadero valor del helado de chocolate no lo cambia por pura curiosidad. Entonces cada vez que encuentro algo así, solo repito, repito y repito. Buda Delight era uno de mis refugios.
Por estos lugares viaja mucha gente sola, más de la que nos imaginamos y más de los casos que la tele nos cuenta. Está plagado de viajeros solos que se mueven durante meses, que son felices y que encuentran a India como uno de sus principales destinos.
La espiritualidad suele ser un viaje solitario. Muchas veces los corazones también se sanan de esa manera y esas son una de las dos cosas que la mayoría de la gente viene buscando acá. Así que lo más común es encontrarte solo travelers como se autodenominan, comiendo, leyendo, escribiendo, pintando, viviendo y transformándose a sí mismos en esos procesos.
Conseguí una mesita. Mientras disfrutaba mi mejor momento del día, unas ñoquis estilo argento y sentarme a escribir con mi computadora en silencio, un hombre todo vestido blanco me preguntó si se podía sentar en mi mesa. Eso es común acá. Como ven, en India todos los espacios son comunitarios y "lo privado" es algo complejo de sostener.
–Claro– le dije con una sonrisa de compromiso y no mucha sociabilidad. Sabía que él iba a querer hablar y yo quería escribir. Cuando levanté la cabeza me di cuenta que lo había visto pasar ya varias veces por el pueblo, fácil reconocerlo porque siempre iba vestido con una remera y pollera larga blanca, aros argolla enormes y sus malas colgando. Parecía un monje o algo así, pero se destacaba mucho entre la gente porque era alto, tenía la tez muy blanca, barba algo pelirroja y unos ojos celeste transparente.
Hablando un poco- claramente no me quedó otra opción- me dijo que era de Sudáfrica y que viajaba solo hacía 4 años haciendo Sound Healing (baños de sonido sanadores con cuencos Tibetanos). Me dijo que desde que empezó a viajar no usaba zapatos.
No recuerdo cómo salió la conversación, pero siempre lo veía descalzo.
-¿Me estas jodiendo?- le dijo mi antigua “yo” en inglés.- ¿Hace 4 años? ¿Todo el tiempo? ¿Y cuando llueve? ¿Y las piedras? ¿Y en las ciudades grandes también? Pensaba en India. Quien estuvo acá sabe que las calles son el mismo caos hermoso que lo es el resto de India, y el piso muchas veces algo más desagradable que eso. Puro barro, agua de procedencia desconocida, caca de vaca y distintos tipos de basura apilada por doquier, entonces esa pregunta se hizo casi inevitable. Yo sufría con mis pantalones largos en los baños- siempre inundados- arrastrándose por el piso y él hacía 4 años que vivía descalzo. Impresionante.
– En todos lados- replicó-. Es una práctica. Eso te hace caminar lento, más despacio, más consciente. Después de un tiempo los pies se acostumbran, se endurecen. - Como uno con las lecciones de la vida- pensé.- Duro de fuerte, no de rígido ni tampoco menos vulnerable por eso. “Endurecerse, sin perder la ternura jamás”, como diría el Che Guevara.
-Hay que estar loco para vivir en este mundo. Yo estuve muchos años viviendo en la mente, mucho tiempo desperdiciado. Ahora elijo vivir en el mundo espiritual. India es bueno para eso.

De regreso a "casa" volví a cruzarme con Anand, el monje joven de la conversación callejera, pelo negro y túnica naranja. Me invitó un Chai y de paso, me dio la segunda lección sobre Rendición, eso que tanto le gustaba hablar a todos.
-No tienes que cambiar tu esencia, más bien tiene que ver con aceptar quien eres. No ir contra eso. No tienes que volverte célibe o dejar de comer carne si no quieres. De la fuerza sexual, por ejemplo, salen los más fuertes poderes, las energías más grandes pero es importante saber como manejarla.
La verdad está en vos, estar sola te ayuda a conectar con eso. La soledad enseña mucho, ayuda a entender. Después hay que rendirse. Por eso en India se le tocan los pies al maestro y uno se tira en el piso acostado delante de él– literalmente -. La rendición es la única manera en que aparece el maestro, el ego propio se rinde ante el saber del otro: “Maestro, yo no sé nada enséñame lo que sabes” Si ya sabes, ¿para qué aprender?. Si sabes todo no hay lugar para lo nuevo. Es como una copa llena de agua, no hay más espacio, no cabe más nada dentro... El universo también es un maestro. Pedile ayuda y rendite ante su sabiduría. Esa es la clave. Luego solo nos queda aceptar, que a veces lo que viene no es lo que nosotros queremos, pero el secreto es que a veces lo que nos llega puede ser incluso mejor que lo que queríamos. Nuestra mente tiene limitaciones, no podemos ver más allá, pero el universo es infinito, es la inmensidad de las posibilidades. En las leyes del universo todo es posible. Él hablaba. Yo solo me limitaba a mirarlo en silencio con los ojos achinados tratando comprender la complejidad de lo que decía por detrás de las palabras. - Los maestros, los iluminados están y nos ayudan desde otros planos. La telepatía existe y la ayuda va a ir a dónde tú estés cuando tú espíritu lo necesite. Yo antes iba por el bosque solo y tenía miedo. Ahora me siento todopoderoso porque camino con la divinidad y la divinidad siempre te cuida. No tengo miedo, nada puede pasarte cuando caminas con Dios de tu lado. (...) Muchos yoguis pueden hacer cosas impensables, suspenderse en el aire si quisieran, quemar o romper una rama, porque meditan en los distintos elementos por años y desarrollan otros poderes que nosotros no...pero no lo hacen, porque eso es ego. No lo necesitan, no tienen que demostrarle nada a nadie. Por eso es importante mantener tus cosas secretas. Tus poderes, tu espiritualidad, tus cultos, tus momentos de meditación en solitario, tus espacios... Tu rutina va a requerirte tiempo. Yo tuve que dejar a mi familia, a mis amigos, porque en este camino hay que verdaderamente dedicarse tiempo a uno mismo y no es fácil eso. Y la gente se va a enojar sí, te van a decir ¿porque no pasas más tiempo con ellos? ¿porque te alejas?. Pero uno sabe dónde tiene que estar, qué necesita y hay que ser consecuente con eso. Uno va aprendiendo a decir que no, poco a poco, incluso a uno mismo... Cuando yo encontré a mi maestro no creía en su poder. Sentía que no necesitaba aprender, yo me creía sabio, era puro ego. Después en mi vida personal volví a caer en lo mismo, en angustias, en placeres insensatos y volví a buscarlo, y recién ahí me entregué. Le pedí que me enseñara todo lo que sabía. Llevo 5 años como monje, me faltan aún varios más. "El maestro aparece cuando el alumno está preparado", esa es una frase que vas a escuchar mucho en India. No antes, no después, sino en el momento justo, y eso, si realmente confías, se convierte en una liberación"
En ese instante yo me preguntaba si estaba preparada... Recién llegaba a India, ¡por supuesto que no lo estaba! pero ya había renunciado a muchas cosas y hecho muchos esfuerzos y uno se pone anciosx.
Pensé en mi madre una vez más, en todo el tema del ocultamiento y en lo mal que le haría saber que estoy acá. En que ella no está preparada, en que yo no quiero que sufra, en que yo tampoco se si realmente estoy preparada.
Aún no tenía demasiado decidido que hacer con eso y hasta cuando podría sostenerlo.
Siento una llama en mi interior, pero también siento miedo.
Mi mente se sofoca demasiado cuando escuchó todo esto. Creo que es porque siento la veracidad de mucho de lo que dice. Quizás hay otro mundo más “real”, pero tenemos que soltar algunas cosas para acceder a él y uno se queda un poco solo- quizás mejor acompañado, depende como lo miremos-
Algunas cosas ya dejan de ser interesantes y algunos amigos y contextos también. Hay que dejar mucho atrás: cotidianeidades, automatismos. Hay que volver a hacer elecciones.
Abrir los ojos conlleva responsabilidades y sacrificios que tienen precios más altos que vivir en la estupidez, la ignorancia y el mundo de efectos placebo.
Esa elección no es fácil, pero a veces solo decanta. A veces deja de ser una “elección”, transformándose en una especie de despertar, el único camino posible que queda.
Justamente eso era lo que sentía me estaba pasando.
No estaba eligiendo, era solo que lo anterior ya no estaba dando resultado. Entonces no me quedaba otra opción que moverme.
Pensé en cuántas veces forzamos las cosas, en como insistimos con obstinación sintiéndonos superpoderosos, a veces con costos enormes, consumiendo grandes montos de nuestra energía como si fuera infinita, como si esa batalla no tuviera consecuencias.
Siempre pensé que eso era algo bueno. Siempre profesé el espíritu de lucha. Nos enseñaron mucho a luchar y a simple vista pareciera que eso es lo opuesto a rendirse.
Ahora estoy empezando a pensar que el verdadero saber se encuentra justo en el punto medio de ambos. Tener la disciplina y la convicción para seguir nuestro camino y avanzar a paso firme por él, pero con el entendimiento sutil de estar muy despierto sobre que se nos juega en eso. Sobre las señales, sobre los motivos y sobre nuestro lugar en todo eso.
Prestar mucha atención y hacernos frecuentemente las preguntas adecuadas para estar bien advertidos que esa lucha no sea solo obstinación.
El punto justo entre sostener dejando aire para que la energía fluya- sin que por eso el objeto se caiga-, o apretar hasta asfixiar-nos.
Aprender a soltar un poco el control, para que lo otro también se manifieste.
Dejar que el ego caiga del pedestal y bajarlo del lugar desde donde controla nuestra alma, para empezar a ver más allá de él.
La sabiduría que no conocemos.
-Cuando uno cree de verdad, cuando uno verdaderamente se rinde, el universo guía y la verdad aparece, pero para eso la única opción es creer.

De a poco empecé a sentir la energía de nuevo moverse en mí. Las coincidencias, la telepatía. De repente voy encontrando lo que necesito y lo que necesito que pase, solamente pasa. Se siente perfecto.
Realmente creo que podemos hacer mucho más de lo que creemos si podemos controlar nuestra mente. Claro que ahí está justamente lo difícil: controlar nuestra mente. Pero creo que al menos, tener eso como una posibilidad real en el horizonte guía y ayuda.
Cuando era chica mi papá me contaba que su profesor de Aikido- un arte marcial- podía pararse sobre una caja de fósforos vacía sin romperla. –El secreto es controlar la propia energía. Todo está en la mente...
Respiro. Me propongo conectar con eso de nuevo, ejercitarlo. Acá es más fácil. No hay mucho para hacer ni compromisos que puedan fallar. Intento enfocar mi energía de nuevo, ir despacio y meditar. Mi mente se calma fácilmente cuando me enfoco, puedo poner la mente en blanco si me concentro. Pienso que soy afortunada. Llevó un camino en eso y parece que el tiempo ha dado progresos. Cada vez que medito me siento en la cima de la montaña, justo entre las nubes. Pongo la energía en el tercer ojo como me enseñó el monje e intento visualizar a un Dios- o algo parecido a eso-. Siento que la energía sube desde el inicio de mi columna hasta mi coronilla y como un cisne todopoderoso -ese animal que siempre sentí- despliego mis alas gigantes. Las agito fuertísimo contra el piso, siento la vibración y me elevo, con muchísimo poder. A veces lo olvido, pero cuando lo recuerdo todo eso siente demasiado real.
Anand me pregunta que estoy buscando, le digo que paz mental. Me dice que medite mirando al este, sobre un cojín rojo. Que cante un mantra antes de cada meditación y que debo poner flores, incienso y fruta si tengo para ofrendar a los dioses. Me enseña como usar el mala, el rosario asiático que sirve para recitar mantras. Me dice que soy muy emocional, que tengo que meditar para poder controlarlo. Me dice también que no tenga miedo. Intento no tenerlo.
Al otro día me senté a meditar. Automáticamente cuando termine tenía un mensaje suyo que decía: “Medita”. Él dice que su Gurú sabe lo que él hace y lo que él va a hacer, que hay una conexión. Me gusta caminar con él. Empiezo a sentir que es como mi Gurú.
____________________
Surrender, rendición, soltar, entregar el control, saltar, confiar... Todo lo que Anand me estaba diciendo ahora lo veo como palabras premonitorias para lo que se me venía- en unos días y en los siguientes 10 meses-. Iba a participar de un retiro en un Ashram en pocos días y esas palabras iban a ser el proceso que iba a transitar muy lentamente, él que venía atravesando hace rato y él que iba a atravesar por un tiempo largo, en India, en Tailandia y luego en Bali. Eso era justamente todo lo que iba a pasar: saltar, soltar mi ego, entregarme... con todos los miedos, inseguridades e incertidumbres pero empezando a confiar en que había algo más allá de mí, que sabía más que yo, que conocía el camino, que me acompañaba y que vibraba a mi favor si yo me dejaba guiar. Que me decía que si me animaba a saltar me iba a agarrar. Mis cálculos mentales y mi “sentido de poder” ya no me estaban dando resultado. Por eso venía a India, a dejar que la magia- alguna magia- me guíe, porque mi cabeza hacía rato que no encontraba el camino. Ni estaba siendo feliz ni estaba encontrando las respuestas que necesitaba, así qué saltar ya era casi la última opción de un largo camino transitado. Largo de verdad.
Pero esa es la pesadilla más temida para el ego que nunca quiere perder el control. A la mente no le dan los cálculos y entra en pánico. El cuerpo pone señales de alarma: -¡¿Que mierda estas haciendo!? y una batalla diaria de dichos y contradichos, afirmaciones y retrocesos. Una lucha constante entre tu alma y tu cabeza. Las distintas partes de vos misma se contradicen.
Hay momentos fugaces de despertar que duran microsegundos, horas o a veces días; y momentos de terror, “realidad” y angustia que duran lo mismo pero se sienten eternos.
Tan simple y tan doloroso como eso era el camino que iba a transitar.
Ya lo había empezado, pero todavía me quedaba atravesar más dolores para empezar a "limpiarme" y transformarme. Habitar verdaderamente cada parte del salto que había dado, tal como sabía que iba a suceder desde el principio, tal como lo había hecho desde hacía unos meses: la angustia de separación de los otros, de mi pareja, mi madre y de mis amigos- física pero más que todo símbolica-. De mi profesión, mi identidad, de mi trabajo, de mi "casa" y de mi espacio físico. Ahora me enfrentaba de lleno a mi misma, al Ser que había quedado abajo de todas esas capas que se liberaron. Y ahora, ¿Quien soy? La batalla más difícil.

NOTA DE AUTOR Como saben ya pasó el tiempo, así que les hago un spoiler: han sido 6 meses en total ocultando que estaba en India; todo el primer tiempo que me quedé aquí y como pueden imaginarse, no ha sido nada fácil. Simulaciones, fotos trucadas, mentiras "piadosas" pero más que todo muchísima incertidumbre interna. Eso también fue parte del camino para mi propia liberación, del peso y de la seriedad de la decisión que estaba tomando. No fue una intención implícita pero sin saberlo fue la oportunidad de un tiempo REALMENTE A SOLAS, y cuando pude comprenderlo, en cierto punto se sintió liberador. Ese hacer espacio para la propia búsqueda con nuestras propias vacilaciones, que no hagan una multiplicación de efecto dominó hacia todos los que te rodean. Y más aún, la protección de que todos los miedos de otros te vuelvan a vos mismo multiplicados, en un tiempo donde vos ya estás lo suficientemente en la mierda y completamente endeble. Sin duda, una decisión que me atravesó por completo, pero en mi caso particular, el tiempo y mi madre me dieron la razón y siento profundamente que esa fue una de las claves que me permitió enfrentarme realmente con mi propia soledad , para ir al encuentro de mis propias respuestas.
_____________________________________________________________
1- Especie de rosario con cuentas usado en el hinduismo y budismo para contar y recitar mantras. ↩︎
2- Así se les llama a las practicas espirituales donde se le ofrece algo a los dioses: oraciones, cantos, flores, alimentos, incienso, etc. En este caso, me refiero a una especie de canastita hecha con hoja de árbol que alberga flores, una vela e incienso que se enciende y se coloca sobre el Ganga para pedir un deseo. Si, igual de amorosa que te la imaginas♡ ↩︎
Commentaires